The Wall y un Trabajo en Equipo fuera de Serie

El día que Roger Waters y John Maxwell se encontraron en el Estadio de River Plate.

por Gabriel Paradiso [*]

Corría el año 1979 y el cartero golpeó la puerta de mi casa en Ramos Mejía. Yo era un adolescente de 15 años que comenzaba a escuchar música internacional. No existían Internet, ni Google, ni YouTube, por lo tanto las noticias y los nuevos discos de los titanes del rock inglés, primero llegaban a Europa continental, luego a USA y México y finalmente a América del Sur. Mi madre me gritó desde la puerta “tu primo te envió una encomienda desde los Estados Unidos, que será?”. En ese paquete estaba el álbum doble de “The Wall” (en cassette, ya que no existían ni los CD´s ni los DVD´s). Meses y meses sin parar de escuchar esa obra de Pink Floyd, tres veces al cine a ver la película y por supuesto, alternaba ese placer con canciones de Serú Girán y el Flaco Spinetta.

Hoy, en un mes de marzo de 2012, tuve la gran emoción de ir con mi hijo adolescente a ver Rogers Waters al Estadio River Plate. Puedo decir que disfruté mucho el momento, la música, pero no cabe duda que disfruté también de la organización y la puesta en escena de esta ópera rock, que es The Wall.

¿Con qué palabra se puede definir lo que hicieron Roger Waters, sus músicos y el “equipo invisible” detrás de toda esa organización y logística? Sincronización; pura sincronización. ¿Y que quiere decir este término? En forma general, sincronizar es hacer que coincidan en el tiempo dos o más fenómenos. Se habla de sincronización cuando determinados fenómenos ocurren en un orden predefinido o a la vez. Para que exista sincronización no solo debe haber una inmejorable planificación, sino una impecable ejecución.

Waters quizás no leyó Maxwell, pero seguramente Maxwell si escuchó a Waters. Ahora bien, ¿qué pasó en cada uno de los shows? Fueron impecables todos. Por eso mi conclusión fijada ya en el título de este artículo: Roger Waters y John Maxwell se encontraron en el Estadio de River Plate y ningún paparazzi ni periodista especializado se enteraron de tal reunión.

¿Por qué?... porque si habláramos de sincronización y revisáramos“Las 17 Leyes Incuestionables del Trabajo en Equipo”de John Maxwell, se cumplen todas. Lamentablemente sólo poseo dos carillas para esta nota y sólo podré mencionar algunas de ellas…

LEY DE LO TRASCENDENTAL: “uno es demasiado pequeño como para pretender hacer grandes cosas”. Quien haya vivenciado el espectáculo, puede concluir con total autoridad, que Waters solo, eso no lo podía hacer. La creencia de que una sola persona puede hacer algo grande es un mito. Nadie ha podido hacer solo algo de valor. En el corazón de una gran conquista, hay un equipo.

LEY DEL CUADRO COMPLETO: “la meta es más importante que la participación individual”. Quien haya participado del recital, han podido observar en cada canción, que el objetivo fue sostenido por cada miembro del equipo. La meta fue más importante que la participación individual de los músicos y organizadores. La visión estaba clara, por lo tanto todos se sacrificaron y trabajaron juntos de cara a una excelente ejecución.

LEY DEL MONTE EVEREST: “a medida que el desafío crece, la necesidad de un trabajo en equipo aumenta”. No hubo y ni habrá banda de rock por mucho tiempo, que opaque esta obra musical. Cuando el equipo que se ha formado no está a la altura de la visión, existen dos alternativas: olvidarse de la visión ó desarrollar al equipo. ¿Qué hizo Waters? Un desafío tamaño Everest, necesita de un equipo experimentado y que trabaje en equipo.

LEY DE LA CONFIABILIDAD: “cuando de contar se trata, los miembros del equipo deben poder contar con los demás”. La esencia de la confiabilidad es la capacidad y el deseo de que los miembros del equipo trabajen juntos hacia metas comunes. Capacidad + Compromiso + Constancia + Cohesión = Confiabilidad. Sin confiabilidad, las personas no forman realmente un equipo, porque no están esforzándose juntos. Quien se haya quedado hasta el último minuto, pudo sentir tal cohesión hasta en lo impecable de “la caída de la pared” al finalizar el evento.

¿Cuántas veces en nuestras organizaciones estamos ante desafíos de este tipo? pero cuántas veces no tenemos clara ni la visión ni advertimos el equipo de trabajo que necesitamos para alcanzar las metas. ¿Tan difícil es compartir una visión? ¿Tan dificultoso es armar un equipo cohesionado e invertir en su desarrollo? Sí. Tengo la idea de que se están mirando otras cosas y no hay tiempo para ponerse a trabajar en esto. Toda una equivocación.

Me parece que ese día, Maxwell le dijo al oído a Waters: “la fórmula es sencilla Roger: GRAN TALENTO + ACTITUD DE TRABAJO EN EQUIPO = GRAN EQUIPO”.

Si esto fuera siempre así, no seríamos “al fin y al cabo, otro ladrillo en la pared”.

Que injusticia, Waters quizás no leyó Maxwell, pero seguramente Maxwell si escuchó a Waters.

[*] Gabriel Paradiso es Licenciado en Relaciones del Trabajo de la UNBA, actual Director de Umana. Autor de los libros “Diario de un Consultor” I y II. Facilitador, Coach y Conferencista en Latinoamérica. Ex Miembro de la Comisión Directiva de ADRHA.

Fuente: Vínculos ADRHA